viernes, 12 de diciembre de 2014

SIERRA PARDA - TOLOX


DATOS TÉNICOS:


Longitud: 12.5 km.
Recorrido: circular
Duración: 5:00 h. aprox
Dificultad: Media

DESCRIPCIÓN

Comenzamos la ruta junto al hotel de montaña ¨Cerro del Hijar¨, en un cómodo carril que conduce al puerto de las Golontrinas. A poco más de un kilometro y medio llegamos al inicio de un sendero marcado como ¨sendero La Rejia¨ que desciende hacia la izquierda y luego se
adentra hacia la derecha paralelo al carril, hacia el tramo alto del valle del rio Los Caballos.
Ya desde los primeros metros del recorrido se abren las impresionantes vistas del valle, para poco a poco ir adentrándose entre pinos salgareños en el denso bosque, donde las pequeñas aves : reyezuelos, carboneros, herrerillos y currucas, son los auténticos protagonistas, amenizando nuestra marcha con sus cantos y reclamos.
Entre los claros de los árboles conviene atisbar el ocasional vuelo de ratoneros y águilas calzadas.
Tras superar dos cortafuegos, el primer arroyo que cruzamos es él del Sapo, el cual tiene un
dique tipo gavión para contención del agua desbocada a causa de las lluvias torrenciales. Algo más adelante cruzamos el arroyo Palmarejo, lugar idílico donde podemos observar anfibios en pequeñas pozas de agua, incluso fotografiar a los caballitos del diablo y las libélulas que pululan por el cauce. Siendo este punto de confluencia para divisar especies, no será difícil detestar la presencia o huellas del meloncillo, el jabalí, e incluso la cabra montés, a cierta horas del día,. Rodeados de torviscos, helechos, mastranzos, rubia peregrina y otras plantas de vaguadas frescas, continuamos nuestro camino hasta llegar a una bifurcación,
por la que continuamos hacia la izquierda, en el sentido al collado de la Machoruela.
Según nos dirigimos al mirador natural, aparece cerca la cascada de la Rejía. Caminamos algo menos de un kilometro hasta el mismo, dejando a tras el bosque, mientras atravesamos un terreno con matorral de jaras pringosas, palmitos y pequeños algarrobos.
Desde el mirador se observa, a nuestra espalda, el contraste de estas sierras pardas con las sierras blancas que asoman por detrás. Tras un descenso, volvemos por el mimo recorrido hasta el cruce del camino junto al arroyo Palmarejo, el cual tomaremos esta vez hacia la derecha
siguiendo la señalización del sendero. En este tramo, entre subidas y bajadas, cruzamos dos arroyos más, los cuales nos regalan una vegetación diferente: brezo, adelfas, zarzamora, rosales y juncos crecen junto a las aguas del rio de los Caballos.
Alcanzamos un cortafuegos que llega al carril en el que iniciamos el sendero y que marca el final del sendero ¨La Rejia¨; volvemos a incorporarnos a dicho carril en sentido izquierdo  y no lo abandonamos en un buen rato. En breve pasaremos por la inmediación de la fuente de la Rábita. Este cómodo paseo nos lleva a un cruce en el que tomamos el primer desvío a la
izquierda. Cruzamos un par de cortafuegos hasta pasar por encima de la casas de Antonio Elena. Tomaremos hacia la izquierda en los dos siguientes cruces.
Cuando llegamos al C.R.E.A. Pecho Venus (Centro de Recuperación de Especies Amenazadas) y topamos con su puerta de entrada, giramos hacia la izquierda, descendemos y tomamos a la derecha para salvar el edifico por un camino marcado con mojones de piedra que nos conecta con un sendero que nos para de descender por un suelo empedrado. Tras una serie continuada de zig-zag y cruzar por primera vez el curso del rio de los Caballos, a través de
una pequeña pasarela de madera, llegamos a un cruce de caminos marcado como sendero local (verde y blanco) y tomamos junto el primero de nuestra derecha. Este sendero nos lleva directamente al Balneario de Fuente Amargosa de Tolox, donde daremos por finalizado nuestro recorrido.

ANECDOTAS: 
    

La primera de la mañana fue casual, subíamos por una carretera bastante estrecha con el autobús, y de
pronto una gran rama de pino en medio de la carretera, ¿que hicimos¿ unos cuantos chicos se bajaron y a retirarla del camino, pues el autobús era de los grandes y entraba justo, los chicos se llenaron las manos de resina que olía muy bien.

 Ya en el recorrido a una persona del grupo se le fue  el bastón por una ladera bastante pronunciada y fueron por el, y los demás esperando.

También el monitor bastante simpático se trajo unos cueros de fieltro con campanillos y nos lo
poníamos unos a otros.

Por último como casi siempre al terminar la ruta
paramos en algún sitio para tomar algo, en esta ocasión  llegamos a un bar restaurante llamado Rio Rojo, y sin pensarlo acabamos casi tod@s comiendo callo, algo que nadie tenia pesado.

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